Apenas 12 días después de su estreno en un vuelo comercial, el nuevo 787 Dreamliner de Boeing, la última apuesta del fabricante aeronáutico estadounidense en aviones de tamaño medio y largo alcance, ya tiene problemas.
El vuelo 651 de la aerolínea japonesa ANA, que cubría la ruta Tokio-Okayama, tuvo dificultades a la hora de hacer su aterrizaje el domingo en un primer intento, después de que los pilotos detectaran que una de las señales luminosas de cabina indicaba que el tren de aterrizaje principal no se había desplegado completamente.
El avión, finalmente, aterrizó a la segunda, con media hora de retraso y después de que el comandante decidiera accionar el tren de aterrizaje de forma manual. Ninguno de los 249 pasajeros y miembros de la tripulación que viajaban en ese momento en el aparato sufrieron daño alguno.
El avión fue inmediatamente apartado y retirado del servicio para que los técnicos de ANA pudieran iniciar su examen. La compañía pudo evitar la cancelación de los vuelos programados con el nuevo 787 recurriendo a otros aviones de su flota.
Según la agencia de noticias japonesa Jiji Press, los expertos de la aerolínea creen haber encontrado el origen del problema: un funcionamiento inadecuado del sistema hidráulico que abre las compuertas del tren de aterrizaje y permite su extensión.
Oficialmente, sin embargo, ni ANA ni Boeing han dado ningún detalle sobre qué es lo que ha podido motivar el incidente.
Fuentes de Boeing consultadas por este diario se limitaron a señalar que la empresa "está al tanto del asunto" y que sus expertos se encuentra in situ "con ANA, ofreciéndoles cualquier ayuda que puedan necesitar".
El 787 es el avión de Boeing en el que el que el peso de la externalización es mayor (del 65%). El tren de aterrizaje es responsabilidad de una filial de la gala Safran.
Un programa repleto de incidencias
El lanzamiento de un nuevo avión es un proyecto lleno de retos. Si, además, el avión se fabrica con una mayor presencia de la habitual de nuevos materiales (como los compuestos) y con un esquema de producción muy descentralizado, las sorpresas pueden ser aún mayores. Y eso es lo que le ha ocurrido a Boeing con el 787, estrenado con tres años de retraso. En el sector entienden que el nuevo incidente no es grave y se solucionará rápidamente.
Fuente: Cinco Días
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