La Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) que reestatizó el Gobierno compró la patente y la licencia de fabricación de los motores del avión IA-58 Pucará a la empresa francesa Turbomeca. El contrato se cerró tras una serie de negociaciones y evaluaciones de al menos dos años, lapso que tuvo en vilo la suerte de este veterano bimotor de diseño y construcción argentina, concebido para misiones de contrainsurgencia, aunque ahora recuperó actualidad como «interceptor» de avionetas ilegales.
El antecedente fue la contratación directa Nº 25/2010 de la Fuerza Aérea que contrató a Turbomeca América Latina (90.000 dólares) para la confección de un estudio de factibilidad de industrialización de partes y accesorios de los turbo motores Astazou en el país.
El primer Pucará salió de la línea de producción en agosto de 1969 equipado con motores franceses Turbomeca Astazou XVI-G, con hélices tripala de paso variable. El propulsor es un modelo único, que fue producido exclusivamente por Turbomeca para nuestro país; se fabricaron unos 300 motores en la década del 70; con el paso del tiempo, la empresa francesa discontinuó la producción de repuestos y de esos motores. La Fuerza Aérea consumió los stocks de repuestos y sin poder acceder a reemplazos en el mercado, se suplió la carencia con una práctica generalizada entre los pilotos militares: «canibalizar» algunos aviones para que otros puedan seguir volando. Hoy existen 22 Pucará en el inventario de la fuerza, de los cuales 8 están en condiciones de vuelo y 5 esperan la modernización de equipos de comunicación y aviónica en el hangar 90 de FAdeA.
La crisis afloró en el peor momento -el 21 de julio pasado- cuando Cristina de Kirchner inauguró el Plan Escudo del Norte, de combate al narcotráfico y seguridad del espacio aéreo, en Santiago del Estero. De los tres Pucará asignados, uno debió retornar a la base de Reconquista por fallas en las comunicaciones y en el sistema de navegación.
El contrato firmado entre el presidente de FAdeA, Raúl Argañaraz, y Pascal Geschel de Turbomeca América Latina, cuya sede está en Montevideo, alcanzó una cifra cercana a los 10 millones de dólares. El Estado pagará el total en un plazo de tres años por la implementación de una cadena de producción y ensamble del motor con asesoramiento de técnicos franceses y entrenamiento de los operarios de FAdeA, además de un paquete de repuestos y 20 motores nuevos. «El motor es fiel, demostró eficacia a lo largo de 40 años de operación, pero es una tecnología ya superada; en la actualidad hay otras alternativas de menor peso, más potencia, menor consumo y prestaciones amigables con el ambiente», expuso un aviador e ingeniero aeronáutico. «Definir el motor es clave pues de él depende la aviónica enlazada, el tipo de computadora de control y demás periféricos; existe un proceso de modernización que no preveía volver atrás en el propulsor», agrego la fuente.
La Fuerza Aérea Uruguaya tiene en la actualidad seis aviones IA-58 Pucará asentados en la Base Aérea Nº 2 de Santa Bernardina, Durazno. La Argentina se los vendió a Uruguay en 1981 y, en 2008, los aviadores uruguayos recibieron de Colombia un lote de repuestos y tres aviones Pucará en completo abandono. Esos aparatos matrículas FAC 2201, FAC 2202 y FAC 2203 habían sido donados al Gobierno colombiano en 1989 por Carlos Menem para combatir la guerrilla de las FARC y el narcotráfico. La falta de repuestos y de asistencia técnica los dejaron fuera de combate sin que hubiesen participado en operaciones reales contra el narcotráfico. La Fuerza Aérea colombiana los retiró de su plantel activo. En la defunción de los Pucará colombianos tuvo que ver la pobre, casi ausente, capacidad de sostén logístico que en aquel entonces tenía la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba, ahora relanzada por el Gobierno nacional con el nombre de FAdeA.
Fuente: Ambito Financiero
Autor: Edgardo Aguilera
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