Echar una siesta tras el almuerzo es uno de los grandes placeres del día. A veces, es inevitable caer rendido en el sofá, y no viene nada mal tumbarse unos 20 minutos para reponer fuerzas. Pero todo lo bueno se acaba, y cuando este descanso por desgracia termina, la mayoría nos despertamos atontados y muy desorientados. Vamos, que sin un poco de agua fría para despejarnos cuesta volver a la realidad. Hasta aquí no hay nada de malo. El problema está cuando el que acaba de salir de un sueño muy profundo es el piloto de un avión para un vuelo transatlántico, que transporta a un centenar de pasajeros, y que además cree que el planeta Venus es otra aeronave con la que está a punto de chocar.
Dormirse encima de los mandos de la cabina bien valdría como argumento para la disparatada comedia 'Aterriza como puedas'. Pero en este caso, ni a Leslie Nielsen le haría gracia. Los 103 pasajeros que volaron en el Boing 767 de Air Canadá vivieron una pesadilla que pudo acabar en tragedia.
Según un informe del Consejo de Seguridad de Transporte de Canadá publicado la semana pasada, durante el vuelo del 14 de enero desde Toronto a Zurich, uno de los pilotos del avión no pudo controlar su cansancio y se echó una siesta. Los descansos a bordo son legales siempre que no superen los 40 minutos y que 15 minutos después el piloto coja los mandos más sereno y recuperado. Pero el primer oficial durmió 75 minutos y se despertó demasiado aturdido. Hasta el punto de confundir el planeta Venus con otra aeronave que se había aproximado horas antes.
Para evitar el choque inminente, el piloto hizo descender el Boing bruscamente 120 metros en solo 4 segundos y en mitad del Océano Atlántico. Sin el cinturón de seguridad abrochado, algunos pasajeros salieron disparados y 14 resultaron heridos junto a dos miembros de la tripulación. Muchos pensaron que el avión había colisionado con algo y que se sumergiría en el mar. «Estaba durmiendo y de repente salté literalmente de mi asiento hasta el techo», contó una de las afectadas, Louisa Pickering. «No sentí que fuera una turbulencia sino un golpe fuerte y muy violento», añadió después del accidente.
«Bajo los efectos de la inercia del sueño, el primer oficial probablemente estaba confundido y por ello decidió cambiar la altitud del vuelo», explicó el Consejo de Seguridad en el documento emitido. La caída libre del avión le ha tenido que salir muy cara al despistado piloto. Menos mal que rectificó a tiempo y logró terminar el trayecto sin más contratiempos. Ese era más que suficiente.
Fuente: ABC.es (España)
Autor: María Zárate
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