La aeronave con la que Boeing pretendía conquistar el cielo está parada en tierra. El modelo 787, conocido como «Dreamliner», se entregó por primera vez en septiembre de 2011 como la gran apuesta del fabricante norteamericano para competir con el A380 del constructor europeo Airbus. Un aterrizaje de emergencia de un avión de la aerolínea japonesa All Nipon Airways (ANA) el pasado 16 de enero fue la gota que colmó un vaso lleno de recientes incidencias. Se trató de la sexta avería del mismo modelo en diez días.
Después del incidente, todas las aerolíneas que operan el «Dreamliner» dejaron los aviones 787 en tierra y la Administración Federal de Aviación (FAA) ordenó suspender las operaciones de todas las aeronaves de este modelo. A lo que se unieron los reguladores de los demás países. Una suspensión que regirá hasta que la investigación demuestre que las baterías de litio del avión, donde se produjo el incendio que causó la avería, son seguras. El mismo incidente se produjo en otro 787 de Japan Airlines en Boston.
La investigación apunta a que hubo un cortocircuito en las baterías, un componente tecnológico fundamental en este avión, aunque reconoció desconocer la causa. La directora del Consejo Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, en inglés), Deborah Hersman, fue tajante: el incendio de las baterías de dos «Dreamliners» es «una muy seria preocupación en seguridad aérea». «Esto es un hecho sin precedentes. Estamos muy preocupados», añadió. Los reguladores de seguridad aérea de EE.UU. afirmaron que la investigación está «muy lejos» de finalizar y que algunas pruebas podrían tardar «semanas». Sobre la repercusión de esta situación, fuentes de Boeing opinan que «hay que esperar a los resultados». Las acciones de la compañía han bajado cerca de un 0,05% en lo que va de año. Y las aerolíneas que tienen encargado este modelo de avión han sido prudentes y confían en que el fabricante lo resuelva. Algunas, como Lot Polish Airlines, estudian pedir una compensación.
Un percance que pone en aviso a otras compañías: el A350 de Airbus, que todavía no está en servicio, utiliza, por ejemplo, el mismo modelo de baterías. Fuentes de Airbus creen que hay que «esperar a los resultados de la investigación para evaluar si son aplicables al programa» de esta aeronave. Mientras tanto, Boeing ha decidido suspender su distribución hasta que la investigación permita resolver la incidencia, pero no ha dejado de fabricarlo.
El rey comercial de 2012
Esta crisis ha llegado en lo que era un buen momento para Boeing: el fabricante norteamericano superó a su gran competidor, Airbus, en número de pedidos comerciales durante 2012. Una situación que no se daba desde el año 2007. Boeing registró pedidos para la fabricación de 1.339 aeronaves, contando 139 cancelaciones. En el mismo periodo, Airbus logró 914 pedidos, a lo que hay que excluir 81 anulaciones.
Una realidad que no preocupa a Airbus, el fabricante europeo. Según fuentes de la empresa, este cambio «no debe extrañar en un mercado donde la competencia es muy fuerte entre los dos líderes del sector». «A principios del año pasado, algunos veían difícil alcanzar pedidos próximos a las 650 unidades y se han sobrepasado», afirman. Además, durante el mismo ejercicio se vendieron 27 unidades del modelo A350, que aún no ha entrado en servicio y cuya cartera de pedidos se ha elevado hasta 582. Es el avión llamado a reforzar la competencia con el «Dreamliner» de Boeing. Boeing también valora de forma muy positiva los resultados del año. Fuentes del fabricante norteamericano señalan que fue «la segunda mejor cifra en la historia de la compañía» en cuestión de pedidos netos. Las dos compañías líderes son como dos vasos comunicantes que esperan los resultados de una investigación sobre un avión llamado a conquistar (o no) el cielo.
Fuente: ABC.es (España)
Autor: Luis Arechederra
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